Entre pandemias, apagones y que he dejado de trabajar (solo) para mí, me he decidido por volver a compartir lo que escribo. Así que como te he dicho alguna vez, aprovecha ahora que es gratis.
Hace ya un tiempo que escuché de este concepto y me explotó la cabeza. En inglés, high agency y su opuesto claro, low agency. En español no suena tan cool pero vamos a respetar la lengua de Cervantes.
Ahora seguramente lo has escuchado (o no) pero por si acaso, vengo a contarte sobre él. Seguro que cuando vayas leyendo, encontrarás semejanzas en tu vida y te descubrirás como hice yo mismo siendo una persona high agency. Y lo mejor, aprenderás a ver quiénes son low agency y cómo ponerte en el extremo opuesto.
Imagina que estás en una celda mugrienta de una cárcel en un país que ni en el mapa aparece. Sin móvil, sin Wi-Fi y con un compañero de celda que te mira raro. ¿A quién llamarías para que te saque de allí? Si tu respuesta es "a mi primo el del bar", tenemos un problema. Pero si piensas en alguien que movería cielo y tierra para ayudarte, estás pensando en alguien con Agencia Alta.
La Agencia Alta no es una agencia de modelos ni una sucursal del FBI. Es esa capacidad de tomar las riendas de tu vida, de no esperar a que las cosas pasen, sino de hacer que pasen. Es ser el protagonista de tu propia película, no el extra que aparece en los créditos.
En este artículo, vamos a desmenuzar qué es eso de High Agency, cómo identificarla y, lo más importante, cómo desarrollarla. Todo ello con un toque de humor, porque si no nos reímos de nosotros mismos, ¿de quién lo haremos?
Te dejo un enlace a una web escrita por George Mark (en inglés) donde explica cada detalle de este magnífico concepto. Aunque yo te haré un resumen con ejemplos personales, no está demás que le eches un vistazo. Te invito a que vayas allí (una vez termines aquí, claro).
Este es el test definitivo. Olvídate del enneagrama, del horóscopo o de si eres Gryffindor o Slytherin. El test del calabozo revela quién tiene (y quién no tiene) la bendita high agency.
Te despiertas descalzo, con resaca de Jägermeister, en una celda oscura de una prisión cutre en el sudeste asiático. Tienes un teléfono delante, sin internet, sin contactos guardados y sin batería para juegos mentales. Puedes marcar un solo número.
¿A quién llamas?
Porque la Agencia Alta no es cuestión de títulos, edad o contactos LinkedIn. Es una actitud. Esa persona con alta agencia no necesita tener todas las respuestas; le basta con la certeza de que puede encontrarlas. Mientras tú dudas, él ya está en camino. Mientras otros hacen PowerPoints, él cava túneles.
Y lo más importante: tú puedes ser esa persona. Pero necesitas dejar de ser el que llama… y convertirte en el que responde.
Porque claro, uno no se levanta un martes y dice: “¿tendré alta agencia o solo me está dando otro ataque de optimismo post-café?”. Para ayudarte, aquí tienes una lista honesta (y dolorosamente real) de señales que indican en qué lado del espectro estás.
Spoiler: nadie tiene agencia alta en todo. Pero la clave está en darte cuenta cuándo estás en “modo espectador” y activarte para tomar el mando. Porque sí, amigo, ser el protagonista no es un talento… es una decisión.
(Spoiler: nadie con alta agencia se quedó esperando al horóscopo chino del éxito.)
Para que no creas que esto de la Agencia Alta es solo un invento moderno de gurús con canal de YouTube, vamos a mirar hacia atrás (y hacia Netflix). Aquí tienes una selección de personas –reales y de ficción– que no esperaron permiso para actuar.
Podía haberse quedado haciendo lo que se esperaba de ella en su época: bordar, callar y desmayarse al ver una tabla periódica. Pero no. La señora inventó una ciencia nueva, se sacó dos Nobel, y probablemente también te habría arreglado el router si se lo pides.
"Vamos al Polo Sur, va a hacer un poco de fresco", dijo. Se le hundió el barco, se le congelaron las pestañas, pero trajo a todos sus hombres de vuelta vivos. Alta agencia, cero drama. Alguien le habría dicho “espera a que mejore el clima”, y él: “ya he salido, gracias”.
Le dijeron: “tranquilo, acepta el poder colonial”. Y él: “¿Perdona?”. Convirtió media Sudamérica en países libres a fuerza de carisma, visión y montarse en caballo como si fuera un Uber.
¿Moral discutible? Sí. ¿Agencia altísima? También. Pasa de profe de química frustrado a señor del narcotráfico con logo propio y sombrero icónico. El tipo no espera a que lo rescaten: toma decisiones, aunque sean malísimas.
Podía haberse quedado tejiendo con su hermana. Pero no. Voluntaria en una batalla mortal televisada, lidera una revolución… y encima lo hace sin perder el peinado (más o menos). Clarísima señal de alta agencia.
Vale, este es más confuso. Pero hay que reconocerle una cosa: el hombre tiene iniciativa. ¿Ideas nefastas? Todas. ¿Inseguridad emocional? Un camión. ¿Pero agencia? Hiperactiva. Hasta inventó su propia empresa porque le dio el arrebato.
La lección: la Agencia Alta no siempre es sinónimo de perfección moral, ni de éxito asegurado, pero sí lo es de acción, compromiso con una visión y resistencia a ser un NPC más en la vida.
Porque una cosa es leer sobre agencia alta mientras te tomas un matcha con avena, y otra muy distinta es aplicarla cuando pierdes una mano de póker con AA o cuando tu jefe propone “innovar” haciendo otra reunión en Teams.
Spoiler: la Agencia Alta no nace, se entrena.
La Agencia Alta en el póker es esa voz que dice: “vale, me han suckeado, pero ¿qué pude haber hecho yo mejor?”.
No es gritarle a las odds, ni culpar al universo por esa J en el river. Es revisar tu juego, analizar tus rangos y aceptar que el tilt es opcional.
Ejercicios de Agencia para jugadores:
¿Quieres innovar en tu empresa? Esperar a que venga “el momento” o que te den “permiso” es como esperar que el Excel te monte un PowerPoint. La Agencia Alta en una empresa es ver un problema y hacer algo al respecto, aunque no esté en tu job description.
Retos para intraemprendedores valientes:
Si estás esperando que alguien te diga cuál es tu “vocación verdadera” o tu “nicho ideal”... siéntate, va para largo.
La Agencia Alta aquí es empezar aunque no tengas todo claro, explorar, fallar sin drama, y adaptar rápido.
Acciones para makers, buscavidas y multiapasionados:
No necesitas una app para tener Agencia Alta. Lo que necesitas es hacer algo hoy que ayer te daba pereza o miedo. Esa es la diferencia entre "quiero" y "ya estoy en ello".
Si has llegado hasta aquí sin escanear solo los titulares, enhorabuena: ya estás actuando con un poco más de agencia que la media. Y eso, en tiempos de distracción crónica, ya es un acto revolucionario.
Porque al final, tener Agencia Alta no es cuestión de ser valiente, genio o influencer. Es hacerte cargo.
De tus decisiones.
De tus errores.
Y sí, también de tus victorias (aunque duelan al de RRHH).
Ahora decides si sigues siendo figurante en tu propia serie o si te pasas al rol principal. Si dejas que la vida te ocurra o si empiezas a ocurrirle tú a ella.
No necesitas comprarte una agenda de productividad ni hacer ayuno intermitente. Solo necesitas asumir que nadie va a venir a salvarte. Pero eso está bien, porque tú puedes construir la cuerda, la escalera y el mapa.
Porque si hay algo que está claro tras todo esto es:
La Agencia Alta no se compra ni se hereda. Se entrena. Y empieza cuando decides dejar de ser espectador.
Así que dale duro: sal del calabozo, carga el móvil, y conviértete en esa llamada que todos quieren hacer.
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